martes, 15 de julio de 2008

BAILE NEGRO AFROMEXICANO

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Las palabras de los negros son tan acentuadas, directas y distintas de otras etnias, su cadencia al bailar las chilenas, es sin igual, un etilo musical adoptado y ejecutado por ellos mismos.

En las celebraciones rituales de los días de muertos, entre los afromexicanos que viven en las pequeñas cuadrillas y pueblos de la costa chica de Oaxaca, hacen su aparición las comparsas de “diablos” que representan a los espíritus de los muertos, - son “diablos de reposo”-, en oposición a los verdaderos diablos del infierno.

La danza de los diablos es la más representativa en los pueblos negros de Oaxaca, lo destacado, elaborado e impresionante del atuendo es la máscara, con frecuencia zoomórfica, que ostenta largos bigotes y barba, confeccionados con crines, colas de caballo y cuernos de venado; sin duda el elemento de mayor contenido simbólico.
Los nombres de los sones que se ejecutan son: La Hurra cachuca, Pica perico, Los enanos, Son de reculada, Son apareado, El Palomo, Ya se van los diablos, Son de la minga y Pica Perico en Cantada.

La herencia de la Diáspora africana se manifiesta principalmente en dos de los instrumentos que actualmente acompañan a la danza, la llamada “charrasca” que es una quijada de caballo o de burro con las piezas dentarias flojas y a veces pintadas.

El otro instrumento es el que se denomina regionalmente como “bote” que es un ideófono de fricción hecho de un calabazo en cuya parte superior se coloca un parche de cuero de chivo (con cierta similitud al tambor), en el centro del cual se fija una vara móvil, que puede o no perforarlo, la que se unta con cera virgen y al frotarla produce un sonido rítmico que hace las veces de bajo, al igual que el instrumento anterior también se le conoce en otras partes de afroamérica bajo diversos nombres: Furruco en Venezuela, Puíta o Cuica en Brasil, Sambumbia o Puerca en Colombia. El tercer instrumento es de procedencia europea, completa el conjunto que acompaña a la danza, antiguamente era un violín, pero ahora es una armónica.

En la población llegan a salir hasta 20 danzantes, al frente de todos los danzantes va el diablo viejo o “El Terrón” y “La Minga”, quien es también un hombre vestido de mujer.

La posición propia de los danzantes al bailar es inclinada hacia el frente y con los brazos sueltos a los lados, moviéndose con agilidad y rapidez. La formación básica de la danza de los diablos es de dos líneas, a partir de ella se hacen diversos movimientos en cadena, ola, víbora y otros, manteniendo siempre un vigoroso zapateado, la mayoría de tales movimientos son colectivos y solo al final uno a uno de los danzantes va bailando en pareja con la minga. Es en esta aparte en donde se hacen más evidentes los meneos o insinuaciones probablemente semejantes a los que tanto preocuparon a los ministros religiosos y a las autoridades eclesiásticas de los bailes de los africanos en la época colonial.

Cuando bailan hacia tras gritan ¡hurrrrra! Quienes no lo hacen bien el diablo mayor les da con la cuarta o látigo, significa que el terrón quiere educar a sus hijos pero ellos no entienden. Más que nada, otro de los propósitos que tiene actualmente la danza es la recaudación de dinero y ofrendas. El dinero y las ofrendas son repartidos entre ellos mismos, esta tradición se sigue conservando, su expresividad en los pueblos negros es en día de muertos (el último día del mes de octubre y los dos primeros días de noviembre).

Por: Fil. Isidro Ramírez López


1 comentario:

Anónimo dijo...

felicidades por el artículo sobre esta, nuestra maravillosa mezcla afromexicana, un saludo desde tierras frias, espero que sigan publicando articulos sobre nuestra gente ya que poco se sabe al respecto. felicidades!!!